Una vez existió un sujeto bizarro y muy arrogante
que entendió a la naturaleza y sus integrantes,
pero que dicho conocimiento lo condujo a su muerte
para así proteger aquello que él consideraba su suerte.
Adquirió diversos poderes y mucho conocimiento,
los rumores decían que era un poderoso hechicero,
y aunque en realidad no era más que un simple obrero,
llegó a ser gurú de la alquimia y lo arcano en su momento.
Inicialmente él no prometía un futuro brillante,
pero creyó en sí mismo y en todo era perseverante,
y aunque para la mayoría no era más que un simple ignorante,
eso nunca lo detuvo para que descubriese lo más importante.
Conoció todo tipo de criaturas y seres abismales;
desde súcubos y demonios hasta duendes y enanos,
y concluyó que ellos nunca serían tan despiadados
como lo podrían llegar a ser los llamados “seres humanos”.
Fue amo de las bestias y de todo tipo de seres astrales,
y de toda criatura que atravesara sus portales dimensionales,
ningún ser se atrevía a hacerle daño por su gran sutileza
y porque congeniaba fácilmente con criaturas de cualquier naturaleza.
A pesar de todo ello, su muerte fue inminente
pues desató un terrible mal accidentalmente
todo estaba en riesgo y tomó una decisión:
“Sacrificaré mi vida en esta última transmutación”.
No quedó rastro alguno en la guarida de aquel sujeto
exceptuando una pequeña gema que parecía un amuleto,
con un brillo deslumbrante como un rubí
el cual tenía escrito un texto de color carmesí:
“Y cuando la inevitable destrucción llegue desde el interior
un humilde obrero hará frente a un ser superior:
el destructor, insaciable, innombrable e inmortal
será engullido y devorado por un simple mortal”.
Autor: Leví Baldelomar Alvarez