Va corriendo por las calles
en las noches y sin temor
no es una persona cualquiera
sino un payaso muy perturbador.
Lleva un sombrero en su cabeza
y siempre muestra una gran sonrisa
Él cuenta chistes y más chistes
acerca de su difícil proeza.
Escapado de una gran prisión
proveniente de otra dimensión
donde sólo había dolor y muchas penas
que destruyeron su realidad e imaginación.
Pero llegó ese gran día donde tuvo una revelación:
“¿por qué no me río de mi sufrimiento y de toda esta humillación?
me quitaron todas mis emociones placenteras, incluyendo la del humor
pero quizás pueda fingirla y así disminuir este dolor”
Soltó una débil carcajada que nadie pareció notar
pero siguió intentando reír cada día sin parar
y aunque los demás lo opacaban con sus gritos de dolor
esto sólo lo motivaba a reír con más furor.
“¿Y quién es ese chiflado que ríe sin temor?”
-dijo el carcelero enojado de aquel sucio sector.
Caminó hasta la celda más vieja y grotesca del lugar:
“¡Ya basta #450 o te vas a lamentar!”.
Pero el sujeto de la celda no dejaba de carcajear
y esto hizo que el carcelero ingresara a aquel lugar
¡tremenda paliza llevó aquel día el sonriente reo!
y qué decir del carcelero que salió agotado y con jadeos.
Para sorpresa de todos, la risa volvió a escucharse
y el carcelero continuó castigándolo cada día hasta cansarse
pero todo era inútil y nada parecía funcionar
haciendo que los otros reos y el carcelero también llegaran a carcajear.
Los superiores decidieron aislarlo completamente de los demás
para así no contagiar con su loca risa a nadie más
de manera que ahora el reo seguía riendo en soledad
y esto hizo que su risa poco a poco disminuyera en intensidad.
“¡Qué aburrido es estar solo, sin señales de nadie a mi alrededor!
no tengo muchos motivos para seguir riendo con exaltación
cada día pierdo más mi esencia en esta maldita habitación
¡si quiero seguir riendo… debo escapar de esta prisión!”
Y el reo escapó esa misma mañana
siendo todo un misterio cómo logró tal hazaña
pero ordenaron no buscarlo porque habían logrado su cometido
que aquél criminal olvidara sus fechorías y se convirtiera en un nuevo individuo.
Fue así que este sujeto vagaba por cada dimensión
en la noches más oscuras buscando admiración
de las personas de aquellos mundos para sacarles unas sonrisas
aunque todos le huían por su mirada occisa.
El estar encerrado tanto tiempo le había deteriorado su apariencia
de manera que al verlo sólo notaban su demencia
y muy pocos llegaron a descubrir su verdadera intención
que ahora era un simple payaso buscando un poco de aceptación…
Autor: Leví Baldelomar Alvarez